Humo Blanco: Equipo de investigación

¿Por qué usar sistemas de retroalimentación en psicoterapia con nuestros usuarios?

La relevancia de usar sistemas de retroalimentación en la práctica psicoterapéutica alude principalmente al hecho de que los terapeutas no son tan certeros al evaluar la alianza terapéutica y resultados de los tratamientos que llevan a cabo. Además, existe cierta tendencia en estos a sobreestimar la efectividad que sus tratamientos tienen, así como una reducida capacidad de identificar casos que presentan deterioro durante el curso del tratamiento.

A raíz de esto, surge la importancia en la practica clínica de incorporar distintas herramientas de retroalimentación de alianza y resultados terapéuticos, a fin de conseguir que consultantes y terapeutas logren realizar un seguimiento de estas variables a lo largo del proceso, posibilitando el diálogo acerca de las variaciones identificadas a lo largo del proceso, pudiendo comparar los datos con datos poblacionales obtenidos a partir de otros procesos terapéuticos. Con estas posibilidades, se favorecerá la detección temprana de aquellos procesos que no están beneficiando o los consultantes, o que incluso, están generando que estos empeoren o tengan riesgo de abandonar su tratamiento, con esta información se contribuirá a realizar acciones orientadas a evitar o remediar esta situación.

Es importante mencionar que uno de los aspectos que más discusión genera en esta temática, es la forma en que se implementa la práctica de retroalimentación, es decir: cómo y cuándo se entrega, cómo y cuánto se entrena a los terapeutas que lo utilizará, cuánto se apegan estos a su correcto uso, y cuánta afinidad tienen con el instrumento y la metodología que se busca poner en práctica. Respecto a esto, se ha identificado que las instancias en los que la retroalimentación es entregada frecuentemente a los terapeutas tiende a mostrar mejores resultados que en aquellas en que esto no ocurre. Pese a esto, parece no ser suficiente el hecho de tener acceso a los resultados de los pacientes, es necesario usar los datos generados para identificar cuidadosamente que clientes no se están beneficiando del proceso psicoterapéutico y así discutir y modificar aspectos concretos en conjunto que promuevan la mejoría.

Pese al resultado positivo que tienen los sistemas de retroalimentación para el proceso psicoterapéutico y que su uso implica un espacio oportuno para mejorar la experiencia y resultados del proceso, el porcentaje de terapeutas que usan estas herramientas continúa siendo relativamente bajo, concretamente un 60% de terapeutas refieren nunca haber utilizado este tipo de herramientas, y solo un 5% refiere hacerlo de manera frecuente (James et al., 2015; Jensen-Doss et al., 2016; Waldron et al., 2018).

En la actualidad existen distintos sistemas de retroalimentación a través del auto reporte de clientes, hay algunos frecuentemente utilizados como el sistema PQ progress report, el sistema PCOMS, la batería TOP, el sistema CORE, las escalas ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale), entre otros.

Centro MIP valora y promueve la evaluación de proceso y resultado a través de la retroalimentación, es por esto por lo que actualmente hacen uso de las escalas ORS y SRS en sus instancias psicoterapéuticas. Te invitamos a revisar en qué consisten estos instrumentos en el siguiente link: ORS y SRS ¿Qué debo saber de estas escalas de retroalimentación?

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Humo Blanco: Equipo de investigación

ORS y SRS ¿Qué debo saber de estas escalas de retroalimentación?

Los sistemas de retroalimentación en psicoterapia representan un recurso que permite tener una evaluación constante mediante instrumentos estandarizados del progreso o ausencia de este en los usuarios de psicoterapia, además, amplifican las percepciones que el terapeuta tendrá acerca de la alianza y bienestar personal del paciente. Añadido a esto, usar estos sistemas ha demostrado ser eficaz en la reducción de abandonos de la psicoterapia y en ayudar a mejorar casos donde existe riesgo de estancamiento o deterioro a lo largo del proceso, entregando herramientas para que tanto clínico como usuario puedan redirigir sus esfuerzos a aquellos factores que están dificultando los avances y adherencia esperada.

La cultura organizacional de Centro MIP valora y promueve la evaluación de procesos y resultados a través de la retroalimentación, es por esto por lo que desde hace algún tiempo se ha implementado el uso de las escalas de retroalimentación ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale).

La escala de evaluación de resultados ORS, es una escala de auto reporte de bienestar, que toma alrededor de un minuto en ser respondida por el consultante; para el caso de terapias con más participantes, se definirá una forma distinta de responder la encuesta, buscando la mayor utilidad de esta. La ORS está compuesta por cuatro ítems diseñados para evaluar la experiencia de bienestar de los clientes en términos de: (1) Funcionamiento individual (bienestar individual), (2) Interpersonal (relaciones cercanas), (3) Rol social (trabajo, escuela, hobbies, etc.) y finalmente (4) Bienestar general. Cada escala evalúa el nivel de bienestar en un punto entre 0 y 10 por cada área, dando como suma total entre los 4 ítems un total de entre 0 y 40. A mayor puntaje en cada subescala, mayor será la satisfacción referida en cada área. El puntaje de corte en población estadounidense (la cual incluye población latina, afroamericana, entre otras) que divide a la población clínica de la población no clínica en adultos, es de 25 puntos y el índice de cambio confiable es de 5 puntos.

Por su parte, la SRS, es una escala de auto reporte que evalúa la alianza terapéutica, basándose en la definición entregada por Bordin (1979). Esta escala es respondida de manera individual incluso en sesiones grupales, puesto que busca medir la propia experiencia durante la sesión. Al igual que la escala ORS, consta de 4 ítems, que están diseñados para evaluar específicamente: (1) Calidad del vínculo o relación, (2) Satisfacción respecto de los asuntos abordados durante la sesión, (3) Satisfacción respecto al método de trabajo durante sesión y (4) Evaluación general de la sesión. Cada escala evalúa el nivel de bienestar en un punto entre 0 y 10 por cada área, dando como suma total entre los 4 ítems un total de entre 0 y 40. A mayor puntaje en cada subescala, mayor será la satisfacción referida en cada área. Los autores de este instrumento (Duncan, Miller & Sparks, 2004), reportan que un 75% de los consultantes puntúan sobre 36 puntos en esta escala, proponiendo dicho valor como puntaje de corte para distinguir una buena o mala calidad de alianza, además, sugieren que se considere como sustantiva toda variación igual o mayor a un punto.

El Centro MIP, a raíz de la complejidad que representa el uso de los sistemas de retroalimentación sistemática del cliente, presento interés en describir la experiencia de implementar estos sistemas sobre los resultados del tratamiento en un centro de entrenamiento de terapeutas en Chile usando la escala ORS y SRS, si te interesa conocer este estudio en mayor profundidad, así como las dificultades y facilitadores que tuvo este proceso, puedes revisarlo en el siguiente link: Elevando la voz del usuario: Sistemas de retroalimentación en psicoterapia.

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Humo Blanco: Equipo de investigación

Elevando la voz del usuario: Sistemas de retroalimentación en psicoterapia.

Centro MIP, presento interés en describir la experiencia de implementar un sistema de retroalimentación sistemática del cliente sobre los resultados del tratamiento en un centro de entrenamiento de terapeutas en Chile usando la escala ORS (Outcome Rating Scale) y SRS (Session Rating Scale), pudiendo de esta manera llevar a la práctica el uso de estos sistemas de retroalimentación, buscando así que la voz y necesidades más profundas del cliente puedan ser escuchadas y atendidas.

La muestra utilizada para este estudio, fueron casos atendidos entre los años 2011 y 2017. El número total de casos atendidos durante este periodo fue de 89, pese a esto la muestra final estuvo compuesta por 58 casos. La muestra tuvo un promedio de 7 sesiones en sus procesos psicoterapéuticos a cargo de distintos terapeutas, titulados de psicólogos, cursando segundo año de postítulo de entramiento en terapia estratégica breve.

En promedio, la edad de los participantes de este estudio fue de 33,2 años, en un rango de 18 a 64. 47 participantes se identificaron con género femenino y 11 como masculino. Adicionalmente, destacar que todos los participantes del estudio fueron atendidos de manera ambulatoria y que ninguno presentaba trastornos psicóticos, orgánicos o relacionados a uso de sustancias. Todos firmaron previamente un consentimiento informado, donde se les explicaron todos los detalles del estudio y sus derechos como participantes. Para desarrollarse este estudio, las sesiones fueron realizadas en el contexto de cámara de Gesell, teniendo al otro lado del espejo unidireccional, al menos un supervisor acreditado y dos supervisores en formación.

En cuanto a los resultados descriptivos, en lo referente a la escala ORS, se identificó que la mayor parte de la muestra (70,7%), ingresó a psicoterapia con un valor promedio bajo el corte, es decir, presentaban malestar subjetivo en las distintas áreas que evalúa esta escala; posteriormente, un número mayoritario de participantes (75,9%) se ubicaron por encima del puntaje corte, es decir, alcanzaron cambios positivos en lo que respecta a su bienestar total a medida que las sesiones fueron avanzando. Esto implica que los psicoterapeutas de Centro MIP fueron efectivos en lo que refiere a que sus usuarios alcanzaran un aumento en la percepción de bienestar que tenían acerca de si mismos, alcanzando un cambio clínicamente significativo.

Respecto a los resultados de la escala SRS, se identificó que en la primera sesión los consultantes evaluaban en promedio con 36,1 puntos, es decir, justo sobre el valor de corte. Si consideramos las 405 sesiones puntuadas, solo el 21,7% puntuó bajo este valor. Durante las siguientes sesiones, el puntaje tendió a aumentar consistentemente, esto quiere decir que, sesión a sesión la alianza terapéutica fue fortaleciéndose y se lograron satisfacer los requerimientos que cada cliente esperaba obtener en sus procesos.

En cuanto a los facilitadores para esta investigación, en el esfuerzo de implementación, se observó curiosidad y una rápida adherencia de terapeutas y supervisores al uso de estas escalas de retroalimentación y relativamente pocas dificultades con su uso, esto en parte debido a que estos procedimientos eran discutidos, entrenados, supervisados y alentados a realizar de manera frecuente en el centro, aunque aún no sistemáticamente a través de alguna forma de registro escrito. En este contexto, el uso de las escalas ORS y SRS fue recibido como una herramienta considerada de gran utilidad, al servicio de los valores, creencias y procedimientos propios de la organización.

En cuanto a los factores que dificultaron la implementación del uso sistemático de retroalimentación y presentaron desafíos para este proceso fueron: (1) Ausencia de protocolos de almacenamiento y uso de datos, (2) Uso obligatorio de escalas, (3) Entrenamiento previo para el uso clínico de las escalas, y finalmente, (4) Renovación anual de terapeutas.

Gracias a la consideración de estos factores, se pudo comprender con esta investigación que las escalas en su uso clínico requieren entrenamiento específico para la indagación, el análisis y la toma de decisiones en relación con el proceso. Recibir retroalimentación desafía la mirada de quien provee un tratamiento. En este sentido, la retroalimentación coherente con la propia mirada es asimilada con fluidez. En cambio, cuando es discrepante con los supuestos o expectativas previas, muchas veces implica perturbación. Por tanto, incorporar evidencia desafía a estar atentos a lo que funciona, más que a lo que se valora.

Si quieres conocer más detalles de este estudio realizado por investigadores del Centro MIP, puedes ingresar al siguiente link y revisarla: https://terapiafamiliar.cl/producto/de-familias-y-terapias-n49/.

 

Texto por: Javiera Fernández Bruno
Ayudante de investigación.


Pensamientos en cuarentena: El like ha perdido su valor

PENSAMIENTOS EN CUARENTENA

Por: Psicóloga M. Virginia Lehuedé

El mundo digital y la tecnología son parte de nuestra realidad desde hace varios años con todo lo que esto conlleva; ha sido un cambio vertiginoso en una sociedad que no estaba acostumbrada a su presencia; algunos se resisten y prefieren mantenerse en lo conocido y más amigable, mientras que otros lo ven como una oportunidad, así también, no faltan los que declaran que tanta tecnología es negativa y nociva para el desarrollo de los menores, etc. Así se van sumando miles de opiniones y visiones sobre el impacto de la tecnología en nuestras vidas. Esta tecnología de la que estamos hablando, es aquella que nos hizo conectarnos con cosas que no sabíamos que necesitábamos: comprar online, conocer nuevas amistades, buscar un lugar de veraneo, reservar una hora al doctor, entre miles de posibilidades que la tecnología nos da.

Antes de lo que estamos viviendo hoy, antes de esta pandemia, antes del Covid-19 mundial, todos estábamos en nuestras “cómodas” rutinas, todos estábamos trabajando, cada uno son sus visiones personales sobre los estímulos que nos llegaban día a día, hasta que de pronto, con algún aviso previo, pero con poca conciencia de lo que implicaba, nos tuvimos que ir a “cuarentena”. Esta cuarentena, de más de 40 días, nos sacó de esa rutina que tal vez nos aquejaba, que nos pesaba, que amábamos u odiábamos. Pero no me quiero detener en ese tema, sino en la tecnología y lo que tanto nos da en esta “nueva normalidad” o modo cuarentena.

Es hoy, gracias a la tecnología, que podemos conectarnos, tenemos la posibilidad de hacer clases online, teletrabajo y un sinfín de cosas positivas y relevantes en este tiempo de pandemia, pero también, tenemos que reconocer que nos produce mucha frustración… a mi parecer una excelente esperada frustración. No poder vernos, no poder abrazarnos, mirarnos a los ojos, no poder estar presentes ante la presencia de otros, saludarnos en nuestro día a día, y seguir con nuestras rutinas, nos frustra y nos hace vivir de manera bastante más compleja que la que solíamos tener. Entonces buscamos acercarnos, y caemos en Zoom, Meet o cualquier otra aplicación para poder reunirnos “como si” nos estuviéramos reuniendo en persona; y de manera impresionante emerge la gran necesidad de vincularnos de nuevo, de volver a vernos. Entonces, pienso, el “like” tan anhelado ante publicaciones, posts, fotos y cualquier cosa que compartimos por nuestras redes sociales ha perdido su valor, un abrazo o vernos presencialmente ha adquirido mayor importancia que cuantos followers o comentarios tengo en mi Instagram. El “like” hoy, es poder ver a nuestros seres queridos, verlos, tocarlos, olerlos. Nuestros sentidos están pidiendo a gritos volverse a activar, no nos habíamos dado cuenta, pero los habíamos tenido dormidos y entumecidos, y ahora que no podemos vernos, tocarnos y el distanciamiento social es ley, valoramos tanto más la libertad que teníamos, lo libres que éramos.

Ante este encierro mundial, lo digital ha tenido un rol fundamental y clave, pero sin duda, nos ha demostrado y nos ha hecho darnos cuenta de que la conexión digital no es suficiente, que no basta, que nunca lo fue, porque si lo fuera, estaríamos todos felices encerrados con esta cuarentena. Sin embargo, todos queremos salir y no porque queramos volver a nuestras rutinas, a nuestra “normalidad”, sino que por que necesitamos estar con otros, relacionarnos, interactuar directamente, nutrirnos de la conexión estrecha con otros seres vivos, movilizar, despertar y reactivar nuestros 5 sentidos, que por algo los tenemos.

Mi propuesta es, volvamos al principio, a lo pretecnológico, usemos las herramientas de la modernidad, pero no le demos tanta importancia a lo moderno, démosle más importancia a lo que somos; seres sociales con necesidad de los unos con/para los otros. No demonicemos la tecnología, no demonicemos nada en este mundo. No es novedad, y siempre hemos sabido que los excesos son perjudiciales, pero cuando le damos el valor real a cada cosa, y en su justa medida, cada recurso en este planeta puede ser usado tal y como debería haberse usado desde un principio; a favor de la humanidad.

Espero que una vez que todo esto haya pasado, nuestras prioridades sean: tomarse un café, tener una reunión familiar sin un celular de por medio. Con esto quiero decir que lo importante y lo valioso sea vincularnos, relacionarnos, mirarnos unos a otros y crecer como seres sociales que somos. No olvidemos esto.

 

Maria Virginia Lehuede Grob
Psicóloga Clínica Infanto-juvenil
Especialista en Psicoterapia Estratégica Breve y Psicoterapia Grupal.
Edición: Valentina Gatica


The Brief Therapy Conference 2016: Matrimonio y Sexualidad

Michele Weiner – Davis, es una reconocida psicóloga, terapeuta familiar y de parejas. Es una de las fundadoras del enfoque centrado en las soluciones y autora de varios libros reconocidos a nivel mundial. Durante la Conferencia de Terapia Breve, organizada en San Diego, nos habló de su último libro “The Sex-Starved Marriage”, el cual nos muestra una novedosa mirada de cómo entender la sexualidad en el matrimonio.

El matrimonio y la sexualidad siempre ha sido un tema importante como terapeutas que trabajamos con parejas o con familias. Michele Weiner-Davis, plantea que, como a la mayoría de los terapeutas, ella fue entrenada para creer que cuando un matrimonio está en crisis y la vida sexual de la pareja pasa por momentos difíciles, uno debe como terapeuta poder resolver los problemas emocionales primero y entonces el resto mejorará por sí solo. Sin embargo, durante el Congreso de Terapia Breve, Michele comenta como descubrió que esto no siempre funciona. Cuenta que se necesita una nueva forma de trabajar con parejas, en donde se pueda hablar explícitamente de la vida sexual de las parejas que nos visitan, sin sentirse incómoda como terapeuta.

En la medida que se logra abrir los temas sexuales de la pareja en la consulta, uno puede reconocer como éstos toman especial relevancia, sobre todo cuando uno de los dos miembros de la pareja está más interesado en tener un encuentro sexual. Weiner-Davis comenta que a lo largo de su carrera clínica, ha podido observar como esto distancia a las parejas y va convirtiéndolas en un matrimonio sin vida sexual.

Al hablar de un matrimonio con necesidad sexual o “starved-sex marriage”, Michele aclara en su conferencia que

“no se trata del número de veces por semana o por mes que la gente realmente está teniendo relaciones sexuales. Después de todo, a diferencia de las vitaminas, no hay requisito mínimo diario o semanal para asegurar una vida sexual saludable”.

Deja claro que los matrimonios con mayor necesidad sexual son aquellos en los que, solo un miembro de la pareja desea más contacto, más cercanía física y más sexualidad. Mientras el otro miembro piensa que el sexo no es necesario y que incluso no es parte de un problema dentro de la relación. Es este desajuste en la pareja, quizás uno de los grandes problemas a nivel matrimonial, porque realmente no se trata “solo sexo” sino de sentirse querido, amado y conectado con y por el otro. Weiner-Davis plantea, que las parejas que experimentan este tipo de “laguna” de deseo sexual pasan a dejar de pasar tiempo juntos, dejar de ver televisión juntos, dejar de reirse de las bromas del otro, y dejar de ser amigos…..paulatinamente van perdiendo esa conexión, lo que pone al matrimonio en riesgo de infidelidad y de divorcio.

Según Weiner-Davis existen dos ideas erróneas. La primera, es pensar en este problema como el típico escenario donde es el hombre el que tiene una necesidad sexual permanente, y que pareciera a ratos estar más interesado en el sexo que en su mujer. La verdad es que a menudo es la mujer la que tiene más necesidad de sexualidad y conexión. Una segunda concepción errónea, es pensar que estas parejas presenten su vida sexual como problema principal en su relación cuando llegan a  terapia de pareja. La realidad es que usualmente, llegan primero hablando sobre las diferencias en los estilos de crianza de los hijos, en cómo manejan las platas o en cómo asumen las distintas tareas del hogar. Michele plantea, que como terapeutas hay que volverse expertos en leer las pistas que nos entregan estas parejas. Quizás su lenguaje corporal es lejano y frio, o quizás se puede observar en ellos, un relato de vidas distanciadas y sin mucha conexión, es ahí donde se hace necesario preguntar por la vida sexual, y sentirse cómodo como terapeuta preguntado sobre este tema.

Según Weiner-Davis, dentro de la problemática sexual de las parejas, es común observar a un miembro de la pareja, tomando una decisión unilateral acerca de si habrá o no un encuentro sexual, la mayoría de las veces esta decisión es tomada por el miembro con menos deseo sexual y la mayoría de las veces la decisión va orientada a un NO. Cuando el miembro de la pareja con mayor deseo sexual es directa o indirectamente rechazado sexualmente, él o ella se conecta rápidamente con la rabia. Es entonces, con esta rabia que comenzará a fijarse en cada detalle del otro que pueda enojarlo. Lamentablemente como dice Michele, nunca la ira y la rabia del otro han sido un afrodisiaco, es más, solo tiende a generar más lejanía con el otro, y por ende, perpetuar el circuito de la desconexión emocional en la pareja.

Durante el congreso, Michele plantea que una de las primeras intervenciones es lograr que el miembro de la pareja con mayor deseo sexual comparta abiertamente lo que ha significado para él ser desconectado sexualmente del otro. Por lo general, su vivencia es conmovedora, y siempre hay una profunda expresión de una sensación de rechazo y dolor. Es ahí, durante la sesión, cuando uno debe ir hacia el otro miembro de la pareja, con un menor deseo sexual, para poder preguntarle cómo es que le llega esto y que es lo que escucha de esto que el otro esta viviendo.

En general Michelle espera una cierta empatía por parte del otro, pero si esta no aparece, tiene una historia que le cuenta a algunas parejas.

“Esta es la historia de John y Mary. John era un tipo relajado, que rara vez se quejaba de nada. Hacia el final de una sesión, dijo: «Hay algo de lo que me gustaría hablar. En nuestra relación, sólo hay una ventana de dos horas de oportunidad los viernes por la noche entre las 10:00 y las 12:00 cuando mi esposa podría estar interesada en un encuentro sexual. Si un viernes por la noche no funciona, no puedo preguntar hasta el próximo viernes por la noche.

Cuando John dijo esto, Mary empezó a reírse, sin duda reconocía la historia. Pero cuando miré a John, él no estaba riendo. Con algunas de mis intervenciones, John le dijo a Mary: «Cuando te busco y no estás ahí para mí, me pregunto: ¿Aún le atraigo? ¿Sera que aún me quiere? Después, cuando te vas a dormir y estoy mirando al techo, es la sensación más solitaria del mundo».

Los ojos de Mary se llenaron de lágrimas, ella agarró la mano de John y le dijo, «Cuando me tocas, todo lo que pienso es ¿Estoy de ánimo? ¿No estoy de ánimo? Nunca, ni una sola vez, he pensado en lo que es ser tú. Lo siento mucho. Te prometo que me esforzaré más.”

Esta es una de las historias, que Michele le cuenta a casi todas sus parejas. Plantea que ésta, inmediatamente ayuda al miembro de la pareja con mayor deseo a sentir que acaban de contar su misma historia, y abre así la oportunidad de conectarse con esa parte de la pareja que tiene menor deseo. Conseguir de esta última, que sienta empatía por el otro es el primer paso,  pero no basta con que solo sienta pena o remordimiento: es esencial que uno como terapeuta haga que el otro de menor deseo sexual tome acciones concretas para comenzar a cambiar la interacción.

Weiner-Davis plantea que el ciclo convencional de la respuesta sexual es que primero viene el deseo, y luego la excitación. Cuando el cuerpo está funcionando correctamente, la tercera etapa es el orgasmo, y la cuarta es la resolución, donde el cuerpo vuelve a su estado de reposo normal. Sin embargo, se estima que para alrededor del 50 por ciento de la población, las etapas uno y dos se invierten en la realidad. Es decir, la persona tiene que ser excitada sexualmente antes de que sus cerebros registren que tienen deseo. Dentro de su práctica clínica, Michele ha escuchado en innumerables ocasiones: «Cuando mi marido se acercó a mí, realmente no tenía ánimo en ese minuto. Pero una vez estando ahí lo pasé muy bien”. Es en estos casos en donde las etapas uno y dos están invertidas, que la terapeuta plantea que la mejor filosofía es la de nike “just do it”, es decir “solo hazlo”.

Por supuesto, la terapeuta especialista en parejas, plantea que existen innumerables situaciones de mayor gravedad que también explican que las parejas no quieran tener relaciones sexuales, como es el caso del abuso o trauma. Pero para la mayoría de los terapeutas que están trabajando con parejas, la problemática muchas veces tiene que ver con el tema del deseo sexual, donde finalmente una de las dos personas está necesitando sentirse emocionalmente más conectada antes de tener un encuentro sexual, mientras el otro está necesitando más intimidad física para sentirse conectados.  Es un desbalance que lleva finalmente a una interacción en donde es siempre el otro el que tiene que dar ese primer paso. Cuando un matrimonio se estanca en esta espera es cuando corren más peligro y comienzan las mayores heridas en la relación.

En general, las personas tendemos a dar de la manera que a uno le gustaría recibir y eso no es, finalmente dar de verdad. El dar verdadero es cuando uno da al otro, las cosas que el otro quiere y necesita. Weiner – Davis plantea que para esto utiliza un ejercicio del libro de Gary Chapman “Five Love Languages” (Los Cinco Lenguajes del Amor). La idea principal de Chapman es que la gente típicamente expresa el amor en sus propios lenguajes de amor, pero no en los idiomas de amor que sus parejas necesitan. Según Chapman, hay cinco.

El primero es pasar tiempo juntos. Si el otro está muy ocupado y se toma tiempo de su apretada agenda para pasar tiempo con el otro, hace que ese otro se sienta importante, prioridad y por ende se sienta amado. El segundo idioma es el tacto, el afecto físico, el sexo, el poder caminar por la calle tomados de la mano. Si estás casado con alguien cuyo lenguaje amoroso es el tacto, pueden pasar horas de conversaciones y momentos agradables, pero el otro no se sentirá amado a menos de que te acerque a través de su lenguaje, el tacto. Otra lengua es la afirmación, generalmente son conversaciones de corazón-a-corazón en las que otro reconoce, valida y aprecia al ser querido.  Otro lenguaje del amor son los actos de servicio, que incluyen cocinar, limpiar, cuidar a los niños, salir en un día invernal a buscar a ese chocolate que el otro tanto quiere. Y el último idioma es los gestos materiales, grandes y pequeños regalos que hago para el otro y pensando en el otro.

Michele plantea, que es importante explicarles estos 5 lenguajes del amor a las parejas y que ellos en un ejercicio, puedan reconocer silenciosamente los dos lenguajes del amor del otro y ver qué tan certeros estuvieron en su mirada. El siguiente paso es que califiquen sobre cuán bien han estado mostrando amor en el lenguaje de amor preferido por su pareja. Weiner –Davis plantea que en los matrimonios con mayor necesidad sexual las parejas suelen darse una nota baja en los distintos lenguajes, reconociendo quizás que es la primera vez que realmente admiten que no han salido de su zona de confort para mostrarle al otro como necesita ser amado.  Poder ver, oir y sentir esta experiencia es para muchos matrimonios un punto de inflexión en su trabajo terapéutico como pareja.

Durante el congreso de terapia breve, Michele dejo claro que se había enfocado mayormente en cómo ayudar al miembro de la pareja de menor deseo a sentir más empatía. Lo que no quiere decir que no empuje al otro de mayor deseo a sentir empatía por su pareja también. Weiner -Davis plantea que la clave para trabajar con las parejas con necesidad sexual, o cualquier otro tipo de necesidad, es el unirse a ellos de manera significativa, única y segura. Ambos tienen que sentir que entienden completamente cómo se sienten, por qué lo sienten y por qué han estado haciendo lo que han estado haciendo. Finalmente como dice la autora:

«El arte de hacer una buena terapia de pareja, es tener a las dos personas que salen de la consulta pensando que estás de su lado”.

Equipo MIP

Somos todo el equipo del MIP: directores, docentes, administrativos, alumnos y ex-alumnos, que aportan en la redacción de artículos para nuestro sitio web.


Los Beneficios del Mix entre Coaching y Psicoterapia

Estas ideas fueron obtenidas de apuntes de la Charla «Los Beneficios del Mix entre Coaching y Psicoterapia» realizada los días 17 y 22 de enero de 2019 en Centro MIP, ambas lideradas por la directora del Centro María Inés Pesqueira; Paula Uribe, docente del Programa de Postítulo en Terapia Breve; y José Manuel Uribe, docente del Programa de Coaching Estratégico.

María Inés Pesqueira, fundadora del centro, cuenta la historia de que hace aproximadamente 15 años se encontró con la disciplina del coaching y que antes esta materia no estaba en el mundo de la psicoterapia, pero se dio cuenta que tiene algunas herramientas parecidas  y que ayuda mucho a las personas a cambiar y a formular objetivos.

Al formarse ella en esta disciplina, después impulsó la formación del equipo de profesionales que trabajan en el MIP creando un modelo de Coaching Estratégico con herramientas que vienen del mundo de la psicoterapia breve y con una integración en el mundo del coaching.

En relación a las expectativas de los asistentes a las charlas, podemos destacar el interés en el coaching por facilitar el planteamiento de objetivos y ayudar a cambiar a las personas en cierto tipo de conductas.

Otras personas indican que les interesa ver el puente que hay entre estas dos disciplinas y poder llevar las herramientas de una, hacia el otro lugar para ser más efectivos.

Muchas veces cuando se trabaja en psicoterapia y se utilizan herramientas de coaching, algunas personas dicen que les cuesta ver este hecho como un complemento, como un aporte válido y hasta se sentirían desleales con su profesión.  También se menciona el hecho de no saber cuándo aplicar una u otra intervención, sin sentir inseguridad por el resultado de esta decisión.

Al respecto, los docentes aclaran que lograr ese complemento entre estas disciplinas tiene que ver con el tipo de personas que se atienden.  Si se está frente a un paciente clínico, que está sufriendo, que tiene un diagnóstico, están las bases para saber que con ese paciente hay que trabajar desde la psicoterapia.  Sin embargo, en esta misma disciplina, muchas veces consultan personas que no tienen un cuadro clínico específico, que no requieren de un tratamiento especializado, aquí es donde las herramientas del coaching y la psicoterapia se pueden combinar.

El coaching es una herramienta poderosa para ayudar a las personas a ser mejores jefes, a trabajar con equipos, a tener un mejor liderazgo.  También es efectivo con los padres para guiar mejor a sus hijos y sacar lo mejor de ellos.  Para profesores, para ayudar a los alumnos a crecer, a escucharse y a ser quienes quieren ser en la vida.

Un aspecto que se debe tener en cuenta desde el lugar de la psicoterapia, es que en algunos casos el profesional puede favorecer hacia el paciente una mirada de que somos una posible “ayuda” para el otro, idea que puede tener un impacto en dos niveles:

El primero, es que las preguntas que se le harán al paciente en este caso, podrían ser desde cuándo o cómo está sufriendo, una mirada desde el dolor y en qué hay que ayudarlo. En cambio, si se piensa al otro, al paciente como alguien que quiere perseguir sus objetivos, las preguntas serán desde un lugar distinto, desde un lugar más abierto a las posibilidades.   Preguntas que tienen que ver con otro camino.

Segundo, como profesional tendremos que evaluar las herramientas del coaching porque el otro es un indicador.  Desde este lugar el o la terapeuta no es el que sabe cuando la persona está bien.  Hay que estar pendiente constantemente de cuánto el otro siente que le está sirviendo, hasta que siente que está listo.

Lo importante es el engagement -la participación activa del otro en el proceso- y en este sentido la actitud que nosotros asumimos al respecto.  Cuando el profesional se ubica por encima del paciente -como un experto- la actitud es muy diferente a la que se toma cuando no se le exige, sino que se cree que puede.

En terapia hay una especie de pensamiento de que el paciente necesita del psicólogo, necesita de su ayuda porque están en sufrimiento con alguna situación o limitación en la vida, o no pueden avanzar solos. Cuando las personas buscan ayuda es cuando están en un círculo vicioso y no saben qué hacer o no funciona lo que están haciendo.

En coaching en cambio, la gente viene porque quieren estar mejor, están caminando y quieren volar y esto implica una diferencia en la relación que tenemos como coaches o como psicoterapeutas y en terapia a veces tendemos a cometer el error de llevar a la gente de la manito, como si necesitara de ayuda, en cambio en coaching no quieren que los lleves de la mano, es otro que se la puede y no un pobrecito a quien ayudar.   La relación es más de desafío que de cuidado.

De acuerdo a la experiencia, podemos trabajar con personas con muchos logros, admirables, que piden ayuda a un coach y es importante saber que no es gente que necesita un psicoterapeuta.  Hay que darse la tarea de llevar a la psicoterapia ese lente que sirve para encantarse con los pacientes, entendiendo que pueden y que podemos favorecer el que se sientan orgullosos con lo que están haciendo.  Si nosotros podemos verlos así, ellos también podrán verse así.

La misión principal de un terapeuta o coach es ser el mejor espejo para ese otro, es reflejarle aquello que puede, aquello que admiramos de verdad.  Para esto usamos las distintas herramientas de otras áreas, porque lo que necesitamos es ser útiles aliviando y teniendo resultados, no tenemos por qué limitarnos ya que vamos a ser más efectivos si incorporamos otras herramientas.

Una de estas herramientas poderosas, son las preguntas presuposicionales. Son preguntas que se caracterizan por ser abiertas (no se responden con un sí o un no) y permiten generar nuevas respuestas.  Empiezan con Qué, Cómo, Cuándo, Dónde y Para qué.  Un coach las hace constantemente y el psicólogo tiene que integrarlas conscientemente a la sesión.

Estas preguntas abren campos de conversación, amplían posibilidades y van a buscar la solución y sobre todo van a sembrar algo en el otro, por ejemplo: ¿con qué recursos cuentas para lograr ese objetivo?

Las preguntas poderosas generan un vacío en la mente del otro y el cerebro trata de llenar este vacío con una respuesta.  Las mejores preguntas dejan al otro trabajando fuera de sesión y muy posiblemente después llega con la respuesta y desde la psicoterapia por lo general no nos entrenan para hacer este tipo de preguntas.  ¿De qué te sientes orgulloso/a? ¿Qué cosas disfrutas? ¿Para qué hablamos de eso?  ¿Qué de eso es importante?

Sin duda este tipo de preguntas llevan a l@s pacientes y a los coachees a un lugar muy distinto del que llegaron y abren nuevos caminos para trabajar en un proceso de coaching o psicoterapia.

José Uribe

Es publicista de profesión, cuenta con 10 años de experiencia como coach. Formado como Coach Estratégico en el MIP y como Coach Ejecutivo en Líder-Haz-Go. Es Coach certificado como ACC por la International Coaching Federation (ICF).
Es especialista en marca personal, branding, emprendimiento y liderazgo de equipos. Hoy es profesor del programa de Entrenamiento en Coaching Estratégico de Centro MIP. Es también fundador y director creativo de Watson Branding, consultora de estrategia e identidad de marca.


La potencia de las buenas preguntas

Las preguntas son herramientas con gran potencial en la interacción humana. Suelen ser útiles para lograr diferentes objetivos: recabar información acerca de hechos (¿la reunión es mañana a las 9:00?); hacer peticiones (¿me ayudas a hacer este informe?); explorar pensamientos y sentimientos (¿qué es lo que más te importa de lograr eso?); invitar a la reflexión (¿es esa meta alcanzable?); lograr compromiso (¿cuento entonces con que tú harás esta presentación ante el cliente mañana?) o empoderar a otro (¿sabías que eras capaz de este tipo de logros?).

Una buena pregunta suele iluminar aspectos que la persona aun no ha visto, invita a la persona a revisarse para responder. Tienen además una cualidad provocadora, las buenas preguntas no pueden dejar de responderse e invitan a la reflexión de una manera que los consejos no logran. Una pregunta bien formulada es potenciadora, estimula la autonomía, el aprendizaje y el logro de resultados.

¿Qué características tienen las preguntas potenciadoras?

1. Suponen lo positivo.

Toda pregunta lleva “contrabando”, estas son ideas que están implícitas en la formulación de toda pregunta y que la persona al responder acepta casi sin darse cuenta. Una persona inexperta en el arte de preguntar no sabe cuáles son los supuestos que están implicados en las preguntas que hace e incluso puede inocular ideas perjudiciales sin darse cuenta.

Por ejemplo, la pregunta ¿qué te hace pensar que eres capaz de lograr esto? introduce la duda respecto de ser capaz de lograr un determinado desafío, Una buena pregunta suele iluminar aspectos que la persona aun no ha visto, invita a la persona a revisarse para responder. Tienen además una cualidad provocadora, las buenas preguntas no pueden dejar de responderse e invitan a la reflexión de una manera que los consejos no logran. debilita la confianza. Sin embargo, la pregunta ¿con qué recursos cuentas para alcanzar este objetivo? ilumina en el otro los recursos disponibles para lograr la meta.

2. Comienzan con la palabra QUÉ, no por qué.

Si alguien se equivoca y le preguntamos ¿por qué hiciste eso?, lo más probable es que le inoculemos culpa además de invitarlo a centrar su atención en el pasado y en las explicaciones. Si reformulamos la pregunta de modo que impulse el progreso se puede decir: ¿qué aprendiste de lo que ocurrió? ¿Qué harás diferente la próxima vez? Dando por supuesto que aprendió de lo sucedido, que tiene capacidad de cambiar y que eso será la plataforma de un mejor desempeño.

3. Abren posibilidades en el futuro.

Están orientadas a los objetivos, invitan a mirar hacia delante. ¿Dónde te gustaría llegar? ¿Cómo te vas a dar cuenta que vas avanzando hacia ella? ¿Qué necesitas desarrollar para acercarte a lo que quieres? Son preguntas que ponen la mirada en la meta y en el camino para llegar a ella.

4. Se orientan a la solución.

No a quedarse atascados en un problema. ¿Qué necesitas para resolver esto? ¿Quién te puede ayudar a lograrlo? ¿Qué recursos debes utilizar para acercarte a la solución?

5. Conducen a la acción.

La mera comprensión intelectual no basta para resolver un problema o lograr una meta, hay que hacer algo. Preguntas como ¿qué puedes hacer para cambiar esa situación? incentivan la búsqueda de un plan de acción, además de promover la propia responsabilidad.

Invito a observar cómo formulamos las preguntas. ¿Iluminan el potencial de aquellos que nos rodean? Nunca es tarde para comenzar.

Paola Ceruti

Psicóloga UGM. Supervisora Clínica Acreditada. Magíster en Psicología Clínica, mención Psicoterapia Breve de la Universidad Gabriela Mistral. Especialista en Psicoterapia Breve y Psicoterapia Cognitivo Conductual. Coach Estratégico, Certificación Internacional en Coaching con PNL, International Coaching Comunity. Especialista en Terapia de parejas.